El Parmigiano Reggiano es uno de los mejores quesos
del mundo: un alimento rico en historia y cultura que nace del compromiso
constante, el amor por la naturaleza, la paciencia y la voluntad de crear cada
día una pequeña obra maestra, certificada por el Consorzio y que
además es ecológica certificada.
El queso se elabora con la leche cruda que se procesa
a las 3 de la mañana del día siguiente a la recolección y las ruedas permanecen
en salmuera durante unos 21 días antes de ser transferidas a las plantas de
maduración, donde permanecerá como mínimo 20 meses.
Leche mínimamente desgrasada, poco cuajo, muy poco suero y
muy controlado, maduración lenta y larga en ambiente húmedo...Todas estas
características hacen que la producción sea más difícil y más costosa,
pero el paladar aprecia la diferencia.
Tras 20 meses de maduración un experto del Consejo Regulador
(Consorzio Parmigiano Reggiano) marca con su sello únicamente los mejores
quesos para convertirlos en auténticos Parmigiano Reggiano. Por eso en su corteza amarilla (no comestible) están grabados los sellos de la D.O. y la
numeración que identifica al productor y la fecha de elaboración. A partir de
ese momento, los quesos serán revisados periódicamente para determinar por su
sonido interno, cuáles serán aptos para continuar su largo envejecimiento en los
almacenes. Allí conviven quesos ya madurados con quesos jóvenes. La elevada
humedad que estos últimos desprenden contribuye a que los más maduros continúen
siendo suaves. Los aromas que unos y otros liberan son absorbidos para crear el
sabor único e inconfundible de este Parmigiano con más de 600 días de
curación (20 meses).
Es un queso de pasta dura, de color amarillo paja y con textura
seca, desmenuzable y finamente granulada, con cristales apreciables en la
superficie.
Su aroma desprende notas de mantequilla, manzana, plátano o piña, y
especias como la nuez moscada. En boca es equilibrado, dulce pero a la
vez sabroso y evoca las notas de la leche fresca, fruta fresca, frutos secos...
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Por su maduración de 20 meses, es el condimento más versátil, indicado para poner una nota delicada en tus platos sin abrumar con su sabor. Evidentemente resulta ideal para realzar cualquier plato italiano: rallado sobre pasta o en escamas en ensaladas, carpaccios…
Como aperitivo resulta ideal regado con un chorrito de aceite de oliva virgen extra o con unas gotas de vinagre balsámico. Los frutos secos, nueces o avellanas, los higos o las ciruelas le van genial. Si quieres una combinación más sofisticada te lo recomendamos acompañado de una crema de peras y vinagre balsámico o con una ensalada de fruta (manzana, pomelo y naranja).
Se acompaña muy bien con un vino tinto, con un vigoroso vino blanco, como por ejemplo un Chardonnay con buena acidez o un buen espumoso brut.
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Además de comerlo por su excelente sabor, recuerda que tiene todos los beneficios de los derivados de la leche con la ventaja de que tras sus 20 meses de curación, la lactosa ha desaparecido. Es rico en fósforo, vitamina B2, calcio y proteínas.
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