Te presentamos un paquete que contiene 500 g de valiosas judías mungo (soja verde) de producción ecológica.
Las judías mungo tienen un bonito color verde oscuro y brillante por fuera y amarillo intenso por dentro.
Su sabor es dulce matizado de frescor.
Una vez cocinadas son blandas y se digieren fácilmente.
Para hacerlas más digestivas y acortar el tiempo de cocción, déjalas en remojo unas pocas horas antes de cocinarlas; se ablandan más rápidamente que otras legumbres.
Después, enjuaga y escurre bien.
Para destruir las lectinas indigestas que contienen en la piel, échalas a la olla con el agua todavía fría. Necesitarás 3 medidas de agua o caldo de cocción por cada medida de Judía mungo. Si vas a hacer una sopa calcula una proporción 5 a 1.
Deja hervir a fuego fuerte y sin tapar durante 2 ó 3 minutos y luego baja el fuego y ve añadiendo un poco de agua fría de vez en cuando, hasta que esté casi cocida, para que la cocción se acabe fuera del fogón, pues a partir de cierto punto se ablanda muy rápidamente.
Retírala inmediatamente del fuego para evitar que se abra la piel, porque se desharía hasta convertirse en un puré.
Sin remojo, el tiempo de cocción puede ser de unas 3 horas, y con remojo bastará en torno a 1 hora.
La judía mungo es la estrella de la cocina india, y con ella se preparan variantes del Dahl y muchos platos sabrosos y fáciles de digerir: cremas, sopas, ensaladas…
Una sabrosa forma de facilitar su digestión consiste en condimentar la judía mungo con eneldo, hinojo, comino o tomillo.
Su delicado sabor no domina en los platos y se impregna bien de los sabores y aromas de los alimentos que la acompañan. En particular, admite muy bien las especias y los ingredientes de sabor picante.
Va muy bien en preparaciones de cocción lenta y prolongada, como guisos y estofados especiados acompañados de hortalizas o cereales para completar el plato nutricionalmente.
Uno de los más platos más completos a base de judía mungo es el kitchari, que las combina con arroz basmati blanco o integral y cúrcuma, comino y jengibre. Es un plato muy nutritivo, fácil de digerir y equilibrado, ideal para desintoxicar el cuerpo y restaurar el equilibrio digestivo.
Haciéndolas germinar se convierten en un delicioso y crujiente ingrediente, más dulce y digestivo, que multiplica su concentración de nutrientes e incorpora vitamina C (a diferencia de las judías secas).
La judía mungo es alimento valioso, un auténtico lujo nutritivo cargado de proteínas, minerales y vitaminas.
Aporta nada menos que 23 g de proteínas por cada 100 g. Como además son muy ricas en lisina, que escasea en muchos cereales, resultan ideales para aprovechar al máximo estas proteínas en dietas vegetarianas.
Además, proporciona fibra y una cantidad mínima de grasas.
Es rica en magnesio, calcio y fósforo, minerales esenciales para el desarrollo y regeneración constante de los huesos, y también aporta hierro.
El 62% de la judía mungo son azúcares complejos, hidratos de carbono que se transforman lentamente en combustible de calidad para darte energía. Previenen la diabetes, la obesidad y los altibajos de ánimo.
La judía mungo aporta vitaminas del grupo B (ácido fólico, B1, B3 y B6), que contribuyen a asimilar mejor los hidratos de carbono, cantidades significativas de la coagulante vitamina K y de vitamina E y betacaroteno, antioxidantes.
Por su riqueza en proteínas, energía y micronutrientes es un alimento ideal en las etapas de crecimiento, y en la dieta de quienes realizan grandes esfuerzos físicos e intelectuales.
