La harina de fuerza es un tipo de harina de trigo que contiene un alto porcentaje de gluten, normalmente entre un 12% y 14% de proteínas, lo que le da mayor capacidad de absorber agua y formar una masa elástica y resistente.
Es conocida por su capacidad para desarrollar una estructura firme en las masas, lo que permite que se mantengan esponjosas y con buen volumen durante la fermentación.
Es la harina ideal para hacer masa madre, una mezcla de harina y agua que, al dejarse reposar, comienza a fermentar de manera natural gracias a las levaduras y bacterias presentes en el ambiente y en la propia harina.
Durante el proceso de fermentación, estas levaduras y bacterias descomponen los azúcares en la harina, produciendo dióxido de carbono que hace que la masa suba, además de aportar un sabor ligeramente ácido característico.
La masa madre se utiliza como un fermento natural para hacer pan, en lugar de usar levaduras comerciales.
Este método mejora la digestibilidad del pan, al reducir los fitatos presentes en los cereales; aporta un sabor más complejo y profundo, y también actúa como un conservante natural, permitiendo que el pan se mantenga fresco por más tiempo.
La masa madre puede durar indefinidamente si se "alimenta" regularmente con más harina y agua, manteniendo vivas las levaduras y bacterias.
También puedes usarla en las preparaciones que requieren larga fermentación, como roscones, masa de pizza, panes de molde... y para confeccionar masas enriquecidas (con azúcar, mantequilla y huevo) y bollería (croissants, ensaimadas…), es decir, en masas requieren múltiples levados.
Al dejar reposar la masa más de una vez antes del horneado, las levaduras pueden actuar convirtiendo los azúcares en dióxido de carbono y alcohol, lo que hace que la masa se expanda y desarrolle una textura ligera y aireada, más esponjosa y con una fermentación más completa que da mejor sabor.
Mezclada con harinas integrales, permite que la masa de estos panes semi integrales suba más.
La harina integral, al conservar el salvado y el germen del grano, aporta más nutrientes, pero tiene menos capacidad de formar una masa elástica debido a su menor contenido en gluten.
Al combinarla con harina de fuerza, rica en gluten, se consigue una masa más resistente y elástica, lo que permite que el pan suba mejor y tenga una miga más ligera y aireada.
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Su principal función es en la panificación por su capacidad para formar masas con mayor volumen, más elásticas y mejorar su estructura.
Úsala para hacer masa madre, bollería y masas de múltiples levados y para mezclar con harinas integrales.
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Su contenido en proteínas (entre el 12% y 14%) favorece el desarrollo del gluten durante el amasado, facilitando la digestibilidad de los productos horneados.
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