El calabacín, Cucurbita pepo, es una planta cultivada por su fruto alargado, con una piel lisa de color verde y una pulpa de color blanco o amarillo pálido.
Su sabor es muy suave y ligeramente dulce, con un toque refrescante. En crudo, su textura es crujiente y tierna, especialmente si es joven.
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Esta refrescante hortaliza veraniega de delicado sabor puede ser la base de platos principales, guarniciones o complementos en ensaladas, sopas, tortillas, cremas, pastas y más.
Se puede cocinar hervido, salteado, asado, al vapor o incluso encurtido.
En caso de que se cueza, es aconsejable no tirar el agua resultante y reutilizarla para hacer sopas o cremas, ya que una buena proporción de las vitaminas contenidas en la piel del calabacín se disuelven en el agua.
En cualquier caso, para conservar sus propiedades, es mejor no pelarlo y aprovechar su piel en las preparaciones.
Las madres son grandes defensoras del calabacín. Su suavidad, sabor, textura y calidad nutritiva hacen del calabacín la primera hortaliza en la vida de muchos niños, que lo comen normalmente en forma de crema o de puré.
Combina casi con todo, desde carnes y pescados hasta quesos y otras verduras.
Se puede condimentar con diferentes especias como comino, cúrcuma o curry y acompañarlo entonces con arroz o cuscús.
Y en el caso de las hierbas aromáticas, va muy bien con la menta, la albahaca, el cebollino, el estragón, el eneldo…
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Las propiedades del calabacín y sus beneficios saludables son notables.
Es una excelente elección si sigues una dieta de adelgazamiento debido a su alto contenido de agua y fibra, lo que contribuye a la sensación de saciedad, siempre y cuando no se consuma frito, claro.
Un calabacín de 250 g aporta solo unas 48 calorías, pero acompañadas de abundante fibra y cantidades muy interesantes de nutrientes esenciales: ácido fólico, manganeso, vitamina A y vitamina C (teniendo en cuenta que esta última solo se aprovecha si se consume crudo o ligeramente cocido al vapor).
Contiene potasio, que contribuye a regular la tensión arterial y la distribución de líquidos en el cuerpo.
Y además proporciona tres minerales esenciales para la salud de los huesos: calcio, fósforo y magnesio.
Un calabacín de 250 g aporta de media 3,8 mg de hierro que supone el 25% de las necesidades diarias, aunque no se asimilen en su totalidad.
También contiene antioxidantes y es beneficioso para la salud digestiva y la función inmunológica.
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