El cardo ecológico es una planta herbácea apreciada en la gastronomía de diversas regiones por su delicado sabor y textura.
La planta tiene tallos largos y robustos, que pueden alcanzar varios metros de altura en condiciones óptimas. Las hojas son grandes, de un verde intenso y con bordes espinosos. Lo que se consume principalmente son los tallos, que son gruesos y fibrosos, y deben pelarse antes de su consumo.
Al cocinarlo, el cardo adquiere una textura suave, parecida a la de la alcachofa, con la cual está estrechamente relacionado. Su sabor es ligeramente amargo, pero con un toque dulce muy sutil.
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Para prepara tu cardo, elimina las hojas espinosas y los extremos de los tallos, seleccionando las partes más tiernas. Luego, pela los tallos para quitar las fibras externas, que pueden ser muy duras.
Blanquea los tallos pelados en agua con un poco de limón o vinagre para mantener su color y reducir su amargor. Después de blanquear, ya los puedes cocer al vapor, hervirlos o frerilos pasados por harina en aceite de oliva para incorporarlos a tus guisos favoritos.
Es excelente en preparaciones con bechamel o gratinados con queso y en cazuelas a base de bacalao con salsa de almendras. Esta combinación es clásica en la cocina aragonesa durante las festividades de Navidad. La textura suave y ligeramente amarga del cardo complementa perfectamente el sabor salado del bacalao y las notas tostadas de las almendras.
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El cardo es un alimento bajo en calorías, muy saciante y rico en fibra, lo que favorece la digestión y el tránsito intestinal.
También es rico en vitamina C, que fortalece el sistema inmunológico, y
en vitamina K, esencial para la coagulación sanguínea y la salud ósea.
Contiene hierro, que ayuda a prevenir la anemia, y magnesio, necesario para el funcionamiento muscular y nervioso.
Tienen propiedades antioxidantes y antiinflamatorias, y se le atribuyen beneficios para el hígado, ya que estimula la producción de bilis y ayuda en la desintoxicación del organismo.
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