Las semillas de sésamo provienen de la planta Sesamum indicum, una de las plantas oleaginosas más antiguas conocidas por el hombre. En el sur de España también se conocen como ajonjolí.
Las semillas de sésamo al natural son pequeñas y ovaladas, generalmente de color beige pálido. Tienen un sabor suave, bastante neutro y una textura crujiente (pueden ser un poco más duras en comparación con las semillas tostadas).
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Puedes usarlas de mil maneras en la cocina, les dará a tus platos un toque más vistoso y apetecible: espolvoreadas sobre ensaladas, batidos, en platos de verduras asadas y al vapor, mezcladas en salsas y aderezos… También a tus productos horneados (panes, galletas, pasteles…) les darán un toque crujiente y un plus nutritivo.
Una cucharada (aproximadamente 10-15 gramos) al día es suficiente para obtener sus beneficios nutricionales sin excederse en calorías.
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Las semillas de sésamo son una buena fuente de proteína vegetal y minerales (hierro, magnesio, fósforo y zinc).
Si no consumes lácteos serán tus mejores aliadas, ya que 25 g te aportarán un tercio de la cantidad de calcio que necesitas consumir al día.
Tienen un alto contenido de fibra dietética, y contienen lignanos como la sesamina y la sesamolina, que tienen propiedades antioxidantes.
También es rico en vitaminas importantes para el sistema nervioso y otras funciones: B1 (30% de la cantidad diaria recomendada), B3, y E (10%) B6 y ácido fólico (12%).
Su contenido en lecitina resulta útil para reducir y controlar los niveles de colesterol, ya que al emulsionarlo evita que se deposite en las paredes arteriales y facilita su eliminación.
El 80 % se sus lípido son ácidos grasos monoinsaturados y poliinsaturados como el ácido oleico y el ácido linoleico u omega-6, grasas beneficiosas que disminuyen la concentración de triglicéridos en sangre y reducen la presión arterial.
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